La idea de un solo edificio donde puedas vivir, trabajar y jugar puede parecer mucho del momento, impulsada por los avances en la tecnología de las comunicaciones. Pero los desarrollos de usos mixtos han existido desde los inicios de la humanidad. Investigaciones han revelado que los sistemas complejos de las cuevas tuvieron múltiples usos hace cientos de miles de años. Los romanos construyeron grandes complejos multiusos a lo largo de su imperio. Y durante la época medieval, la gente solía fabricar, vender y vivir en el mismo edificio.
No fue hasta la revolución industrial que la industria y la compra-venta fueron separados de los hogares. Los avances en las tecnologías mecánicas y agrícolas trajeron procesos que eran altamente tóxicos y sucios, mientras que los casos de plaga e infestación crecían, como el almacenamiento de mayores volúmenes de comida para alimentar a una creciente población urbana. La automatización industrial a gran escala también requirió acceso especial y espacios amplios para acomodar grandes y ruidosas maquinarias y sistemas de producción.
Para hacer frente a estos problemas, las ciudades a lo largo del mundo empezaron a segregar los usos, ya sea estableciendo diferentes funciones en edificios separados, o a través de la zonificación regulatoria del uso de suelo.
Los tiempos están cambiando
Mucho ha cambiado desde los tiempos industriales. El paso gradual de una era de “fabricación” a una de “servicios”, el crecimiento de campos especializados de preparación y avances en comunicación han hecho que las organizaciones puedan operar a una escala menor, dando la oportunidad a más gente de trabajar desde casa.
Además, la sustentabilidad se ha vuelto en una consideración cada vez más importante en las últimas décadas. Como un creciente cuerpo de investigación muestra que los espacios flexibles pueden ser más económicamente viables y eficientes en suelo, los esquemas de usos mixtos están ganando popularidad una vez más. En varios países, la legislación y los incentivos financieros adoptan la idea que todos los diferentes aspectos de la vida pueden llevarse a cabo exitosamente en un nivel local, en un espacio compartido.
Pero hacer el cambio de nuevo a uso mixto no es tan simple. La creciente densidad de la población en las ciudades, los intrincados modelos de propiedad y la necesidad de compartir los recursos limitados de la tierra, todos presentan un reto de cambiar la manera en cómo viven y trabajan las personas.
Los urbanistas deben reaprender cómo asignar diferentes actividades y varios niveles de privacidad dentro de un mismo espacio, mientras resuelven todos los tecnicismos cada vez más complejos de la vida urbana contemporánea.
Quizás el mayor desafío para arquitectos y diseñadores es tener que aprender a trabajar en paralelo con otros campos de especialización. Afortunadamente, la tecnología ha llegado al rescate, con nuevas herramientas de comunicación y soluciones en software que permiten a todos los involucrados trabajar simultáneamente en un modelo compartido de diseño. Mientras aún están en la fase de transición, los arquitectos están reconociendo y aceptando los cambios requeridos.
Proceso lento
Pero hay otras razones por las que los cambios en los patrones de edificación han sido lentos. Todavía existe una percepción pública de que vivir en zonas puramente residenciales es lo deseable.
Por un lado, hay un error generalizado de que los suburbios residenciales con árboles y jardines frontales, pero segregados de la ciudad principal y sus servicios, equivalen a la ciudad jardín, históricamente considerada como una opción de vida más saludable. De hecho, la ciudad jardín fue inicialmente diseñada para que los residentes pudieran tener fácil acceso a puestos de trabajo local y servicios esenciales a través de un sistema altamente conectado de “economía urbana”. Este malentendido impide a muchos apreciar los beneficios más saludables y más flexibles de habitar nuestro planeta.
A la gente no le gusta la idea de compartir sus espacios residenciales con usos industriales y comerciales. Cuestiones como el ruido, los olores y la pérdida de privacidad impiden que algunos compradores inviertan en esquemas de uso mixto. Pero esta tendencia está cambiando gradualmente. Ejemplos alrededor del mundo demuestran que vivir, trabajar, socializar y entretenerse localmente tiene múltiples beneficios, como tiempos de traslado más cortos y una vida social más activa y comprometida. Esto es cierto tanto en las grandes ciudades como en las zonas de menor densidad.
Es más, los desarrollos de uso mixto pueden ayudar a los residentes a entablar contacto frecuente y tener relaciones a largo plazo con los demás. La realidad virtual y los sistemas globales de comunicación conectan a personas a lo largo del mundo. Pero ellos también separan a las personas que están más cerca. Un entorno construido que mantiene a las personas juntas y que ofrece más posibilidades de encuentro podría mitigar este problema.
La vida se está volviendo más unida, y los límites entre la vida familiar, la vida social y el trabajo se están desintegrándose gradualmente. En respuesta, los ambientes construidos deben adaptarse, ofreciendo mayor flexibilidad y eficiencia, al tiempo de ayudar a los ciudadanos a alcanzar un futuro más rico, saludable y feliz.
Con información de SMBloggin